O puede que esté bien, pero que no sean de nuestro agrado algunas partes o el conjunto. Del mismo modo, es posible que ya tengamos un jardín a nuestro gusto, pero que tengamos que reducir el tiempo dedicado al mantenimiento o que pretendamos añadir o eliminar elementos como árboles, arriates, una caseta, estanque, huerto, etc.
Sea cual fuere el motivo y la envergadura de los cambios a realizar es conveniente meditarlos con calma e integrarlos dentro del diseño general del jardin antes de ponernos manos a la obra.

Esta planificación previa del jardín en necesaria para evitar errores. Un mal diseño puede provocarnos molestias e inconvenientes, a nosotros y a nuestras plantas, que habrá que soportar durante mucho tiempo. Aunque el concepto de buen diseño es algo muy subjetivo y depende en gran parte de quien lo juzge, existen algunas normas generales que conviene respetar.
De entrada, serán nuestra propias circunstancias las que marquen una serie de puntos a tener en cuenta:
Es importante el presupuesto. Los gastos de creación y los de la conservación posterior deben ajustarse a nuestras posiblilidades.
El tiempo que queremos dedicarle en el futuro. Si va a necesitar mucho mantenimiento debemos disponer de bastante tiempo libre o pagar a un jardinero.
Tendremos en cuenta los gustos de quienes vayan a utilizarlo para que se sientan cómodos en él.
Las plantas se elegirán de acuerdo con la zona y las características del jardín: clima, luz, suelo, exposición, etc.
Aunque nos apetezca mucho hacer algo, no lo llevaremos a cabo si es un error evidente dentro de las normas de la jardinería.
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