Sueña que es un pájaro, que vuela libre por el cielo y por entre los árboles, bebe del pilón y persigue sin tregua a los saltamontes. Pero resulta que sólo estaba durmiendo la siesta y al despertar se encuentra sobre su camiseta, que ha crecido y es grande, descomunal. También ve, hechos un lío, tirados y monstruosos, sus pantalones cortos, el libro que estaba leyendo y sus gafas. No hay duda, son sus cosas; pero, ¿qué hacen así de revueltas y de inmensas?
Quiere llamar a su mujer y de su garganta no sale más que un gorjeo desafinado. La puerta del salón se abre de repente y se asusta. Salta y no sabe cómo va a parar a lo más alto de la higuera. Desde allí arriba observa a Marta, que examina sus ropas con asombro y recorre el patio con la mirada. Él grita su nombre, pero lo único que suelta es un chillido. Marta vuelve a entrar en la casa. A punto esta de lanzarse al suelo, de salir corriendo, cuando a su lado se posa un pájaro enorme, tan grande como él, que le lanza un pío estridente. Se asusta y de otro salto va a parar al tejado del vecino. Pero, ¿cómo lo ha hecho? Entonces recuerda el sueño. Ha soñado que es un pájaro y por lo visto todavía sigue sin despertar. Se busca los pies y encuentra unas garras enganchadas a un barrote de la antena. Tiene plumón en el pecho y más plumas largas en las manos, en lugar de los dedos. Intenta gritar para ver si así se despierta. Y lo hace con todas sus fuerzas. Pero una vez más, sólo brotan de su boca un sinfín de pío-píos. Enseguida acuden más pájaros a la antena en que sueña que está. Son enormes, por lo menos de su tamaño y comienzan a piar alborozados, tan cerca y tan fuerte que le atruenan los oídos. Allí abajo, pequeño y lejano, está su patio. Su mujer vuelve a salir a la terraza, coge su camiseta, se la lleva a la cara como si la oliera, mira inquieta alrededor y entra en la casa cerrando la puerta, sin hacer caso de sus trinos desesperados.
<<< - 1 - >>>
EL SUEÑO DEL PÁJARO
