Flor de la clemátide
Las de las zonas cálidas suelen ser perennes mientras que las viven en sitios más templados son caducifolias. Pertenecen a la familia de las Ranunculáceas (Ranunculaceae). La clemátide que trepa alcanza hasta los 9 m. de alto por unos 3 m. de ancho. Desde la base nacen muchos tallos largos y leñosos. Las hojas suelen ser compuestas. Para poder ascender cuenta con zarcillos o pecíolos foliares transformados, de forma que se pueden enrollar en el soporte. Florece desde la primavera hasta el otoño, dependiendo de la variedad. Las verdaderas flores son pequeñas e insignificantes. Lo que sí tienen vistoso son los sépalos, que parecen pétalos. Estos conjuntos florales pueden ser grandes o pequeños, con forma plana, de copa o acampanadas, de color blanco, rojo, lila o azulado. El fruto es piloso y contiene una sola semilla.
Especies y variedades: las clemátides cuentan casi con trescientas especies y varios centenares de variedades. Las más cultivadas son las de flores grandes, mientras que las de flores más pequeñas necesitan menos atenciones.
Clematis montana, de la que se han obtenido muchos cultivares. Tiene la flor pequeña, blanca y aplanada, de unos 10 cm. Florece entre la primavera y el verano. Es muy popular ya que es una de las trepadoras más robustas y resistentes. Necesita soportes sólidos en los que afianzarse ya que se extiende bastante.
Clematis viticella, con diversos híbridos y cultivares, florece en pleno verano.
Clematis ‘Nelly moser’, otro híbrido muy popular que florece dos veces, a principios y finales del verano, con flores bastante grandes.
Clematis alpina, produce flores pequeñas muy atractivas, en primavera.
Clematis tangunica, da flores pequeñas veraniegas, amarillas y con forma de campana.
Clematis armandii, es una clemátide que alcanza mucho volumen y por lo tanto necesita un buen soporte.
Originaria: de China y Japón.
Más flores de la clemátide
Situación: necesita sol o sombra parcial. Es bastante resistente. El secreto del cultivo de la clemátide es, como dicen algunos, que tenga los pies fríos y la cabeza caliente. Es decir, que las raíces se sitúen al fresco de la sombra mientras que a los tallos les da bien el sol. Para ello se pueden colocar arbustos o piedras planas alrededor de la base de la planta. Es bastante exquisita en cuanto al terreno, que debe ser fresco, rico en materia orgánica, más bien calcáreo, además de lo bastante húmedo y que retenga la humedad, pero con un buen drenaje a la vez.
Cultivo: la clemátide es una planta agradecida, fácil de cultivar y de crecimiento rápido. Necesita un soporte para trepar, sobre todo cuando es joven. Los tallos se atan para sujetarlos, con cuidado de que no se quiebren y dejando las ligaduras lo bastante sueltas. Se la puede guiar sobre una valla, un enrejado, un muro o una pérgola. Hay quien incluso la coloca sobre un árbol o un arbusto, para que asome y florezca entre el follaje. Puede ser una excelente transición entre el jardín y las formas arquitectónicas de la vivienda. Conviene acolchar el suelo alrededor de la base, rastrillando antes de renovarlo con cuidado de no dañar las raíces. La floración será magnífica si antes y durante ésta le añadimos un fertilizante rico en potasio y de acción rápida, como un abono líquido.
Plantación: las clemátides que se han cultivado en contenedor se pueden plantar en cualquier momento del año. Para las que vienen a raíz desnuda o aquellas que se quieren trasplantar la mejor época para hacerlo es en la primavera o en el otoño.
Poda: durante el primer desarrollo se atan y despuntan los vástagos jóvenes hasta formar la estructura. Las plantas adultas no necesitan mucha poda. Se pueden acortar las ramas demasiado largas hasta una yema fuerte, retirar los tallos muertos o dañados y también se realizará un aclareo general de la planta si se ha enmarañado mucho. Cada tres o cuatro años es posible aplicar una poda drástica para renovarla, ya que rebrota sin ningún problema desde la base, aunque al año siguiente no florecerá.
Una poda más específica y el momento de ésta serán diferentes según la variedad de cada clemátide. Por lo general, a las que florecen en verano se las poda alrededor del comienzo de la primavera, antes de que comiencen a brotar. Las que dan flores en primavera se podan justo después de florecer, si es que es necesario.
Multiplicación: por acodo de las ramas durante la primavera. Igualmente plantando esquejes que tengan alguna yema, en el verano.
Problemas: también es una suerte que a las clemátides no le afecten demasiado las plagas y enfermedades. Sólo es sensible a ciertos hongos que producen el marchitamiento de las ramas. Si sufriera este tipo de ataque, conviene retirar y destruir el follaje afectado para tratar a continuación con algún fungicida. Cuidado que es una planta tóxica.